Por Marcos Methol
Para Cypel
Hace pocos años un grupo de jóvenes artistas argentinos, del barrio de Boedo, cruzaron a
Montevideo para realizar una serie de murales en la ciudad. Uno de ellos lo dedicaron a Alberto
Methol Ferré (1929-2009) en la escalinata que está frente al edificio sede del Mercosur. Al costado
de la imagen del homenajeado puede leerse: “Unión Sudamericana para ser actores y no coro de
la historia”. El Mercosur es uno de los hitos más importantes en la historia de la integración
regional. Desde el siglo XIX Bolívar sentó las bases del latinoamericanismo y Monroe del
panamericanismo, dos corrientes que se manifestaron a través de distintas expresiones, foros e
instituciones que se fueron desarrollando. El latinoamericanismo tuvo grandes referentes
intelectuales y políticos, que sin lugar a dudas dejaron su huella en movimientos culturales,
universitarios, gremiales y diplomáticos, permitiendo una acumulación significativa. Pero fue
recién con la creación del Mercosur en 1991 que ese latinoamericanismo encarnó en un proyecto
geopolítico concreto, fundamentalmente por la alianza argentino-brasileña, junto a Paraguay y
Uruguay. Con el Mercosur se implica potencialmente a toda América del Sur. El ingreso definitivo
de Venezuela al bloque en 2012 supone el involucramiento de las tres principales cuencas
hidrográficas del continente como son la del Plata, la del Amazonas y la del Orinoco. Así como en
Europa la integración se ha sustentado en la alianza de Francia y Alemania, aquí también
MERCOSUR EN LA PRENSA | MERCOSUL NA IMPRENSA tenemos una exigencia similar, de ser una
zona de paz, de libre tránsito e intercambio de bienes y personas, y de lograr una gestión soberana
y sustentable de los recursos naturales que apunte al desarrollo industrial, científico y tecnológico.
Solo con un Mercosur fuerte nuestros países serán actores de la historia que les toca vivir,
inmersos en un mundo de grandes Estados-continentales como Estados Unidos, China, India y
Rusia y de potentes bloques como la Unión Europea, la Asean y la Unión Africana. Ser actores
significa tener capacidad de autodeterminación, de decisión en los grandes debates
internacionales y de invención en esta sociedad del conocimiento. Hecha esta introducción, que
subraya el espíritu mercosuriano que anima estas reflexiones, hay que decir claramente que los
objetivos de integración todavía están muy lejos de ser cumplidos. La prueba más evidente es la
situación marginal de América Latina en la actualidad, contemplando los acontecimientos
mundiales como espectadora, sin haber logrado avanzar en una mayor industrialización y
democratización a pesar de los ciclos económicos favorables, con un bajo comercio intrarregional,
con fuerte dependencia extranjera en lo financiero, en materia de inversiones y de comercio
exterior. Lo que está fallando no es la integración, es la no-integración. El Mercosur ni siquiera
logra ser una zona de libre comercio entre los países miembros. Tampoco alcanzamos a tener un
arancel externo común. Y muchos menos lograr un mercado común. La integración física avanza
pero lentamente, cuando en otras regiones del planeta el cabotaje fluvial y el ferrocarril son
pilares. No hemos podido crear una red de universidades e instituciones científicas. El Parlasur
todavía es para muchos de sus representantes una mera caja de resonancia de sus discusiones
internas, una tribuna para aumentar el eco de las disputas políticas domésticas. En cuanto a la
agenda externa, el Mercosur no ha logrado firmar ni un solo acuerdo significativo que nos permita
entrar en los grandes mercados con las mismas condiciones que nuestros competidores.
MERCOSUR EN LA PRENSA | MERCOSUL NA IMPRENSA A Brasil y Argentina, en ese orden, les
corresponde la mayor carga para que la integración funcione. No es por restarle compromiso a los
socios menores, pero claramente el liderazgo lo tienen que ejercer los más grandes del barrio. Esta
responsabilidad va más allá de los gobiernos de turno o de orientaciones ideológicas, requiere una
política de estado en favor de la integración, que contemple las asimetrías y los ámbitos de
convergencia. Cuando el presidente o el canciller uruguayo transmiten alguna de estas críticas al
seno de las cumbres del Mercosur lo hacen interpretando una preocupación existente y real. Y que
no es lo mismo a la prédica antimercosuriana que todavía anida en algunos recintos académicos.
Aquellas inquietudes sobre el funcionamiento deben ser escuchadas y asimiladas. Porque de poco
sirve plantearse la creación de nuevas plataformas regionales o nuevos objetivos de integración si
no resolvemos primero lo fundamental. Seré honesto, porque es muy fácil reclamar visión
estratégica afuera cuando no se hacen los deberes en casa. En Uruguay no hay una política de
estado para la integración, sino esfuerzos puntuales, aislados, tanto en la administración pública
como en la órbita privada. Si se toman en cuenta bienes y servicios el Mercosur es el principal
destino de las exportaciones de Uruguay y las oportunidades derivadas de una mayor
interconexión son enormes. Considero que debería estudiarse seriamente la existencia de un
Ministerio de la Integración Regional, porque además nuestra Constitución en su artículo 6º
establece que “La República procurará la integración social y económica de los Estados
Latinoamericanos, especialmente en lo que se refiere a la defensa común de sus productos y
materias primas”. La globalización a los uruguayos se nos está haciendo muy pesada. Siendo que
nuestra economía depende principalmente de la oferta agroexportadora y el acceso a mercados,
en un mundo que se ha cerrado, que impone trabas arancelarias y para-arancelarias. Pero también
porque para acceder al crédito internacional cada vez más se exige la implementación de políticas
de tercera generación diseñadas en otras latitudes. Y adicionalmente, porque para lograr recibir
inversiones de capital se han tenido que dar concesiones y condiciones excepcionales en materia
tributaria, firmando en varios casos MERCOSUR EN LA PRENSA | MERCOSUL NA IMPRENSA
contratos de adhesión con poderosas multinacionales. Todo esto, ni más ni menos, en el marco de
una creciente polarización entre Estados Unidos y China, que también presionan. Con el respeto
que me merecen ambas investiduras, quiero creer que algún mal consejero sugirió al presidente
uruguayo jactarse frente a los argentinos de su gestión contra el coronavirus y otro mal consejero
sugirió al presidente argentino ironizar sobre la sequía en Uruguay. Vaya si precisaremos mucha
grandeza y visión estratégica para tener una acción común frente a los desafíos que toca
enfrentar, para hacer valer la enorme riqueza en alimentos y energía, y para combatir el crimen
organizado, entre tantas cosas. Este año se cumple el 50 aniversario del Tratado del Río de la Plata
y su frente marítimo. Un verdadero ejemplo de política de integración, con visión de Estado, que
resolvió un largo diferendo entre Argentina y Uruguay por la demarcación de límites y la
explotación de los recursos. Aquel espíritu es el que se necesita hoy, renovado. MERCOSUR EN LA
PRENSA | MERCOSUL NA IMPRENSA Uruguay «La carestía está llegando a un nivel con pocos
precedentes, se puede comparar con los meses previos al 2002 y al 82″ Kenneth Coates – Doctor
en Economía por la Universidad de Stanford Durante su juventud se despertó su interés en
estudiar economía, motivado por la inquietud de buscar soluciones para los problemas que
atravesaba Uruguay en ese entonces. Fue así que se formó en el exterior y continuó su extensa
carrera en diversos organismos nacionales e internacionales. Actualmente Coates es docente
universitario y columnista en La Mañana. Esta vez, en el papel de entrevistado, el economista
analizó la situación de la economía uruguaya y los principales desafíos que enfrenta el país, entre
los que destacó el endeudamiento de las familias y el atraso cambiario. ¿Cuál fue su motivación
para estudiar economía? El Uruguay de mi adolescencia atravesaba grandes problemas internos y
me costaba entender por qué estábamos en una situación permanente de crisis política y
económica. Ello me despertó el interés de.estudiar economía para ver si en algún otro lugar del
mundo podíamos encontrar las respuestas que necesitábamos. A los 19 años me fui Becado a
estudiar a Estados Unidos donde hice mi estudio de grado, y después tuve la enorme suerte de
que la Universidad de Stanford me ofreciera otra beca para seguir con mis estudios y llegar al
doctorado. Luego entré al Fondo Monetario Internacional (FMI) en el 77 y estuve un par de años
aprendiendo la parte práctica de la economía, en contraste con los aspectos más teóricos que uno
aprende en la academia. Más tarde me invitaron del Banco Mundial (BM) a unirme a la oficina del
director ejecutivo que representaba a los países del Cono Sur. MERCOSUR EN LA PRENSA |
MERCOSUL NA IMPRENSA ¿Cómo describiría su experiencia en la Universidad de Stanford? Las
clases eran chicas, de 15-20 alumnos, y los profesores eran gente de mucho nivel, muy
reconocidos, premios Nobel, por ejemplo, Joe Stiglitz y Mike Spence. Mi comité de tesis doctoral
incluía a Ron Mckinnon y Pentti Kouri, dos grandes de la economía internacional. Stanford y
California fueron experiencias inolvidables. ¿Cómo fueron los años trabajando en el FMI y el BM?
Allí tuve la posibilidad de poner en práctica todo lo que había ido aprendiendo. Es un gran shock
pasar del mundo académico al mundo real, hay cosas que uno tiene que aprender en el terreno.
Tanto en el FMI como en el BM tuve un aprendizaje muy importante y estuve mucho más cerca de
los problemas de la gente que necesitaban solución práctica y no simplemente recitar conceptos
teóricos. En el 81 volví al Uruguay donde trabajé en la Asesoría Económico-Financiera del
Ministerio de Economía. Cuando » comenzó el problema de la deuda externa en 1982 integré un
equipo de coordinación entre el Ministerio y el Banco Central (BCU) para tratar el tema y
comenzar a negociar con nuestros acreedores en la reestructuración de la deuda. Con el regreso
de la institucionalidad en 1985 volví a Washington en calidad de director ejecutivo del BM
nombrado por el nuevo gobierno. Más tarde inauguré nuestra oficina de representación financiera
en dicha ciudad. Fue director general del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos
(Cernía). ¿Qué recuerdos tiene? ¿Cómo esto contribuyó con su formación? La experiencia de
México fue muy enriquecedora, pasé casi una década allí en ese cargo. El Cernía es básicamente la
asociación regional de todos los bancos centrales de América Latina y el Caribe. Su misión es
promover la cooperación entre los bancos centrales de la región y apoyarlos en los aspectos
técnicos de sus responsabilidades. Para ello contábamos con mucho apoyo de los bancos centrales
europeos y de Norteamérica, lo cual me permitió familiarizarme más con sus actividades y
apreciar mejor las complejidades de su papel en las economías. MERCOSUR EN LA PRENSA |
MERCOSUL NA IMPRENSA «Seguimos apostando cada vez más al agro, que es el sostén del país,
pero el problema es que no es suficiente para generar empleos de calidad en todo el territorio
nacional» En contraste con mis años del BM y el FMI donde el énfasis era más sobre los aspectos
del crecimiento y desarrollo económico, con la banca central ingresé en un área donde la
estabilidad adquiría mucho relieve. Fue una época muy formativa. Contaba que había elegido la
economía por esa inquietud de entender y resolver los problemas que tenía Uruguay. ¿Cómo ha
influido en su enfoque sobre la economía su participación en estas organizaciones? Uno empieza a
entender mejor cómo funciona el mundo y va adquiriendo más conocimientos en cuanto al
proceso de toma de decisiones, en especial la interacción entre las autoridades nacionales y los
organismos internacionales. Al mismo tiempo, cuando uno se pone a pensar cómo podemos hacer
para que nuestros compatriotas tengan más oportunidades y acceso a empleos de calidad para
levantar su nivel de vida, para eso hay que saber bien de qué se trata el Uruguay, qué tipo de
economía es, hay que conocer la historia de la economía uruguaya y evaluar el presente. Existe
una tendencia a que los tratamientos recomendados por organismos sean muy parecidos, pero los
países son muy distintos. ¿Cómo lo evalúa usted? Uruguay es un país único, no estamos tan mal
como la mayoría de los países de América Latina, pero nos falta bastante todavía para llegar al
nivel promedio de ingreso per cápita de los países de la Unión Europea (US$ 34.000). Seguimos
dependiendo básicamente del sector agropecuario, mientras que el sector manufacturero ha ¡do
desapareciendo. Seguimos apostando cada vez más al agro, que es el sostén del país, pero el
problema es que no es suficiente para generar empleos de calidad en todo el territorio nacional.
Hay que buscar otras actividades, tratar de fomentar mayor industrialización en los MERCOSUR EN
LA PRENSA | MERCOSUL NA IMPRENSA procesos, no exportar tanto en una etapa muy primaria de
la producción, sino ir agregando valor. Pero lograr consensos para el cambio es muy difícil en
función de que todo cambio implica ganadores y perdedores, y los potenciales perdedores tienen
poder de veto. Por ejemplo, en la reforma jubilatoria no logramos unanimidad, por más que en el
fondo todo el mundo sabía que había que hacerla. Hace muchos años es docente de la
Universidad de Montevideo (UM). ¿Cuál es la importancia de la formación de los jóvenes en esta
materia? A mí siempre me gustó la docencia. Cuando llegué al Uruguay en los años 80 di clases en
la Universidad de la República, luego una década en la ORT, y ahora hace 10 años que estoy en la
UM. También he ¡do a Estados Unidos como profesor visitante. Me gusta transmitir mis
conocimientos y experiencias a las generaciones que tienen esa inquietud en la economía y las
finanzas. Para mí es muy enriquecedor y me obliga a mantenerme muy aggiornado. Es una
disciplina que cada vez gana más adeptos, creo que movidos por estímulos similares a los que tuve
yo, tratando de entender los problemas con miras a solucionarlos. Yo siempre pensé en la
disciplina económica como una especie de requerimiento para entrar al sector público para tomar
las decisiones que hicieran falta para mejorar los niveles de vida de la población. En Uruguay hay
mucha gente que tiene ese deseo de contribuir, pero para eso hay que prepararse, y yo de esta
manera siento que también estoy contribuyendo indirectamente al desarrollo del país. En línea
con lo que decía, Uruguay es conocido por su estabilidad económica y financiera dentro de la
región. Pero, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrenta? Siguen siendo los mismos de
antes. Desde el 2002 en adelante la estabilidad financiera ha estado muy bien controlada. Nuestro
sistema banca-rio es pequeño, pero es sólido, quizás no cumpla con todo lo que uno esperaría en
materia de financiamiento al desarrollo e innovación, o sea, el crédito está muy concentrado en
sectores tradicionales y faltaría otro tipo de financiamiento, otras modalidades, más uso del
capital y menos uso del endeudamiento para startups, para gente MERCOSUR EN LA PRENSA |
MERCOSUL NA IMPRENSA que quiere lanzarse en una iniciativa empresarial. Le falta cierta
sofisticación y profundidad a nuestro mercado de capital, por eso la importancia del sistema
bancario es tan fuerte. En relación al crecimiento económico creo que no estamos aprovechando
las oportunidades, seguimos a la espera de ver si el Mercosur algún día vuelve a enchufarse o si va
a seguir siendo un problema en el futuro. Se habla mucho del Transpacífico, de China, lo cual
puede solucionar algún problema, pero también puede crear algún otro. Para un país pequeño
como Uruguay existen nichos y oportunidades que no explotamos suficientemente. Muchas veces
hace falta una combinación del sector empresarial con el sector público para crear industrias
nuevas y penetrar en nuevos mercados. El gobierno ha intervenido en las últimas décadas para
traer proyectos grandes al Uruguay, lo hemos visto en el sector de la celulosa y otros, pero en
cuanto a llevar proyectos grandes uruguayos hacia afuera estamos donde estábamos hace 50
años: carne, algunos cultivos. A título de ejemplo, sectores como la lechería tienen un potencial
enorme. Hace dos años que hay una escasez de fórmula para bebés en Estados Unidos. Uruguay
produce fórmula infantil de excelente calidad, podría producir mucha más si tuviera los mercados
asegurados para colocarla, y así les aseguraría a los tamberos un ingreso mayor. Dentro de la
excelente relación que mantienen los gobiernos de Uruguay y Estados Unidos, ¿se ha tocado el
tema? ¿Cómo analiza las condiciones del crédito al consumo en Uruguay? ¿Cuál es la experiencia
internacional al respecto? Los topes a las tasas de interés son bastante comunes, un estudio del
BM enumera 76 países que los usan. Es un tema de protección al consumidor. El crédito
depredador se aprovecha de gente que no tiene suficiente educación financiera para darse cuenta
de que se está endeudando en condiciones nefastas que tarde o temprano la llevarán a una
situación de incumplimiento. Hay que evitar que esas situaciones proliferen y sean apoyadas por la
estructura de tasas en el país. El consumidor generalmente no mira la tasa de interés al
endeudarse, lo que mira es la cuota, y si piensa que puede pagarla se mete en ese préstamo. Pero
esa cuota puede esconder una tasa de interés del 100% o más, lo que en un país de inflación
MERCOSUR EN LA PRENSA | MERCOSUL NA IMPRENSA del 6% sería criminal si no existiera una ley
que lo habilita. A mi juicio, si la tasa media del crédito al consumo estuviera en 40%, la tasa tope
tendría que estar en el 60%. Hay instituciones que prestan a tasas muy elevadas y ahí la morosidad
es mayor. Terminan vendiendo la parte de la cartera morosa con baja probabilidad de cobro a
terceros que se especializan en ello. Si estos «cobradores» compran cartera morosa por un 10% del
valor nominal y logran cobrar el 20% ya es un negocio que rinde 100% de ganancia. Esto es lo que
a nivel internacional se conoce como los fondos buitres. Acá en Uruguay tenemos nuestro
pequeño mercado de pichones de buitre que prolifera. Es un problema grande. ¿Cómo ve en este
contexto la propuesta de Cabildo Abierto para atender la situación de endeudamiento de las
personas físicas? Son dos problemas distintos, pero muy conectados, es decir, el problema del
endeudamiento no existiría si las tasas no fueran tan astronómicas. Lo que busca Cabildo es, por
un lado, bajar las tasas y, por otro, solucionar el endeudamiento, lo que implica reestructurar esas
deudas ya existentes para sacar de esa situación de muerte cívica a los 750.000 uruguayos que
figuran en el registro de deudores irrecuperables del BCU. Se propone un mecanismo o proceso
que recalcule la deuda de estas familias a una tasa de interés razonable y les permita hacer frente
a ella. De esa forma, después de haber cumplido con los compromisos que asuman para repagar la
deuda original, podrían reingresar al sistema económico-financiero normal y acceder al crédito y a
otros servicios de los que están vedados por sus antecedentes. Usted hace tiempo que viene
advirtiendo por el problema del atraso cambiario. ¿Qué lectura hace hoy sobre esto? Hay un
atraso fuerte, una pérdida de poder adquisitivo del dólar en Uruguay. La carestía está llegando a
un nivel con pocos precedentes, se puede comparar con los meses previos al 2002 y al 82, o sea,
estamos en una situación donde salvo algunas MERCOSUR EN LA PRENSA | MERCOSUL NA
IMPRENSA actividades principalmente agropecuarias, los márgenes de rendimiento son casi nulos
y eso tiene un impacto sobre el dinamismo del país. ¿A qué atribuye esta situación? Yo sostengo
que mucho tiene que ver con el ingreso de capitales que buscan beneficiarse de la diferencia entre
la tasa de interés en pesos y la tasa de interés en dólares. Hoy un inversor puede traer dólares al
Uruguay, cambiarlos a pesos, colocarlos al 10-11% en Letras de Regulación Monetaria (LRM) y, si
durante el plazo de la colocación no hay ninguna depreciación del peso, se lleva como mínimo una
tasa de interés del orden del 7% en dólares, lo cual supera bastante lo que podría conseguir en
Estados Unidos. Ese ingreso fuerte de capitales presionó hacia abajo el precio del dólar. ¿Hasta
cuándo se puede estimar que seguirá así? Nadie sabe, pero si realmente se quisiera aumentar el
dólar, lo primero que habría que hacer sería ir bajando la tasa de interés de las LRM. Ya se hizo un
pequeño intento, pero habría que ir haciéndolo con más frecuencia hasta llegar a un nivel del 8%,
y ahí podríamos ver un dólar que pase de vuelta el tope de 40 pesos. Acá no solo tenemos topes a
la tasa de interés, también parece que tenemos topes para el tipo de cambio. Por otra parte, hay
muchos beneficiados por un dólar barato, el primero es el Estado, que necesita juntar US$ 4.300
millones para pagar los intereses el año que viene, y si los puede comprar a 36 o 37 es mucho
mejor que comprarlos a 45, además, el impacto inflacionario sería bastante menor. Se habla
mucho de la pérdida de la importancia del dólar en el concierto mundial y el eventual ascenso del
yuan. ¿Qué opinión le merece? MERCOSUR EN LA PRENSA | MERCOSUL NA IMPRENSA Hay mucha
gente que se ha fundido pronosticando prematuramente la desaparición o la debilidad del dólar.
Si uno mira las gráficas de largo plazo, el dólar se apreció 47% frente al euro en los últimos 15
años. Estados Unidos sigue siendo la economía más dinámica del mundo, el dólar es la moneda a
la cual todo el mundo acude en momentos de tensión, de incertidumbre, no es el yuan. Hoy el 60-
70% de las reservas de los bancos centrales están en dólares, el 80% del comercio mundial se
factura en dólares. Hay intentos para buscar otras opciones y eso es bueno, pero decir que el dólar
está en vías de desaparición es una exageración, más bien es una expresión de deseo. Estados
Unidos sigue siendo la economía más grande del mundo y China la segunda. Y China tiene el
problema de que su moneda no es convertible porque hay demasiados controles sobre los
movimientos de capitales chinos, hasta que no abra su mercado de capitales y permita el libre
ingreso y la libre salida del yuan, este nunca va a ser un competidor del dólar. ** El problema de
las fronteras Consultado sobre qué posibles soluciones le ve al problema que atraviesa el comercio
en las fronteras, el experto señaló que en parte es una consecuencia de las dificultades abordadas
a lo largo de la entrevista y, en el caso de Argentina, el inconveniente se ve agravado por la
desestabilización de su economía, «que hace varios años está totalmente a la deriva». Eso se
soluciona con un dólar más fuerte, lo cual bajaría la brecha de precios, agregó. Sin embargo, opinó
que controlar el contrabando hormiga es «imposible» dado que no hay mucho que se pueda hacer
sin llegar a medidas «impopulares» y entiende que ningún gobierno quiere eso. En tanto,
consideró que buscar una respuesta fiscal al problema es crear otro problema «igual o peor».
«Vamos a tener que seguir viviendo con esto y rezar para que las cosas en Argentina mejoren, que
Brasil no se desestabilice y que Uruguay encuentre la fórmula para volver a un tipo de cambio más
acorde con su perfil económico», concluyó Coates. MERCOSUR EN LA PRENSA | MERCOSUL NA
IMPRENSA Uruguay Uruguay, una nave a la deriva en aguas internacionales Desde hace un tiempo,
la ciudadanía viene percibiendo no sólo una falta de dirección y de estrategia por parte del Poder
Ejecutivo en lo referente a la resolución de nuestros inmediatos problemas internos, sino que esta
forma improvisada de hacer política viene replicándose también en nuestras relaciones
internacionales, con magros resultados y pésimas repercusiones para la imagen institucional de
nuestro país. Pero más allá del criterio o de la «ideología» que haya querido emplear el Poder
Ejecutivo durante este período de gobierno, sea cual fuere, para conseguir firmar un tratado de
libre comercio con China o con la Unión Europea, lo preocupante aquí es la pérdida de cultura
institucional, tal como lo expresó la semana pasada Oscar Bottinelli en VTV, a raíz de los dichos
que la entonces vicepresidenta en funciones, expresó sobre el Partido Socialista Español. En ese
sentido, las disculpas que tuvieron que presentar nuestras autoridades frente al gobierno español
y el papelón que significó el exabrupto, deberían haber significado algún tipo de reflexión, por no
decir un tirón de orejas para algunos actores de nuestro sistema político que parecen haber
olvidado cuál es la verdadera tradición diplomática de Uruguay. Sin embargo, lejos de haber
sucedido algo semejante, la discusión se mantuvo en la esfera ideológica. No hay que olvidar, en
definitiva, que la resolución que garantizó nuestra independencia y soberanía en 1828 surgió
como consecuencia de un tratado de paz internacional y, por tal razón, este país siempre ha
tenido una tradición -en materia de MERCOSUR EN LA PRENSA | MERCOSUL NA IMPRENSA política
exterior- que ha priorizado ante todo a la neutralidad, frente a las grandes polarizaciones que
azotaron al mundo a lo largo del siglo XX, como fueron, por ejemplo, la Primera y la Segunda
Guerra Mundial. De hecho, ya en 1907 Pedro Manini Ríos viajó junto a Batlle y Ordoñez a «la
Conferencia de Paz de La Haya que a instancias de Rusia bregaba por detener la carrera
armamentista, de una Europa enceguecida -que como en las tragedias griegas-todos tenían la
premonición del desenlace fatal, pero nadie podía evitar que se siguiera avanzando hacia la
hecatombe…» (Hugo Manini Ríos, La Mañana). Pero, además, por influencia de nuestro legado
artiguista, hemos tenido como parte intrínseca de nuestra identidad, una noción de Patria Grande
que ha mirado mucho más allá de las fronteras que balcanizaron el otrora virreinato español. Y en
esa línea hemos tenido grandes pensadores y escritores, como por ejemplo J. E. Rodó, que
contribuyeron de un modo decisivo en la construcción de una identidad cultural latinoamericana.
Por otra parte, tampoco hay que olvidar los hechos de la década del 40 cuando Luis Alberto de
Herrera se opuso terminantemente a la instalación de una base norteamericana en nuestro
territorio, salvaguardando no sólo nuestra soberanía, sino también nuestra neutralidad. Por eso,
las noticias que hemos recibido en los últimos meses acerca de las rispideces que alternativa y
sucesivamente ha tenido nuestro gobierno con Estados Unidos, con China, con Brasil, con España,
sumándole además en los días previos a esta publicación, algunas incomodidades que han surgido
con Argentina a partir de declaraciones que cruzan el rio, ponen de manifiesto que en materia de
política exterior Uruguay es como una nave que viaja a la deriva, empujada por las olas hacia un
destino incierto. Por eso, si tuviéramos que señalar los errores más importantes de este gobierno
en materia de política exterior, el primero y más importante que debemos indicar, fue la falsa idea
que se hizo el Ejecutivo -promocionando retóricamente una MERCOSUR EN LA PRENSA |
MERCOSUL NA IMPRENSA estrategia comercial que apelaba a la apertura y al libre comercio- de
que era posible un camino de inserción internacional en solitario, como si nuestra marca país en el
concierto global tuviese un peso significativo para emprender un camino de este tipo. Esto quedó
evidenciado en nuestra pobre actuación en la cumbre UE-Celac, donde quedó de manifiesto
nuestro aislamiento y donde se notó la falta de un norte, por no decir de un objetivo claro, en lo
que concierne a las prioridades que debería tener nuestro país en materia comercial. Ya que,
siendo Uruguay básicamente un país exportador de alimentos, parecería desaconsejable a nivel
estratégico, en un momento de grandes tensiones bélicas y ambientales, introducir industrias que
pueden tener un impacto negativo sobre la capacidad de producir nuestros bienes básicos. Y con
esto nos referimos a las inversiones en hidrógeno verde que supuestamente vienen a incorporar
tecnología a nuestro proceso de producción. Pero si uno les quita la pátina a los espejitos de
colores de la presentación de PowerPoint, se encuentra con que, en definitiva, estos proyectos se
tratan únicamente de regalar agua y de otorgar jugosas exoneraciones fiscales para poder
importar productos manufacturados que Europa necesita colocar para reactivar su industria. Nada
diferente a la relación que nuestro país tenía con Inglaterra hasta la Segunda Guerra Mundial. En
conclusión, podemos decir que, si en el pasado las amenazas fueron las potencias
extrarregionales, hoy tenemos que tener cuidado con países de la región que están alineados con
una u otra potencia. Y es por eso que cuando imaginamos al Mercosur unido, imaginamos el
proyecto regional por el cual soñaron Artigas, San Martín y que tiempo después supo comprender
el barón de Río Branco. Porque fue Río Branco el que entendió que la garantía para el no ingreso
de las potencias extranjeras a la región era el mantenimiento de una buena relación
complementaria con Argentina. Lo que permitió crear las condiciones para sembrar esa paz que en
el terreno de batalla negociaron Pedro Manini Ríos y Luis A. de Herrera. MERCOSUR