La salud mental comunitaria una propuesta posible.
Por Esteban Tancoff.
Las sociedades tradicionales comenzaron a existir, según los registros arqueológicos, hace apenas
10.000 años, desde esos tiempos se realizaron miles de experimentos sobre cómo construir una
sociedad humana, han ideado miles de soluciones para construir un concepto de comunidad muy
distintos a los de nuestra época, sin embargo todavía no hemos podido encontrar un camino de
inclusión y respeto mutuo, tal como lo atestiguan las guerras, las migraciones forzosas y la pobreza
que sufren países ricos en recursos naturales que son a su vez los menores emisores del co2, siendo
principales responsables de los efectos de cambio climático , los que llamamos países desarrollados.
La vinculación de la salud mental y el cambio climático fue advertida por la Organización Mundial
de la Salud (OMS) en un informe donde subraya la necesidad de que los Estados contemplen el
abordaje de políticas que aseguren el bienestar psicosocial, para mitigar los efectos negativos en la
salud mental de la población, en este contexto la OMS recordó desarrollar enfoques basados en el
concepto de Comunidad para reducir las vulnerabilidades y cerrar la gran brecha de financiación que
existe entre la Salud Mental y el apoyo psicosocial.
Atento a estas consideraciones resulta importante recuperar las perspectivas del accionar de una
corriente innovadora nacida en nuestro pais en los años 60, que fue relegada de la agenda pública
como resultado del accionar de la guerrilla y las fuerzas armadas en 1976, en aquellos años
Argentina recorrió un camino iniciado en Europa y EEUU (California), que implicaba una visión no
estigmatizadora en relación con los trastornos psíquicos que se denominó antipsiquiatría, que
consistía fundamentalmente en la creación de una modalidad de innovadora de asambleas
comunitarias y de conformación de grupos donde participaban los parientes del paciente y personal
de las instituciones donde se realizaban las reuniones, promoviendo el dialogo en un ambiente libre
de estamentos y prejuicios.
En el año 1968 se trasladó parte de la población del hospital Borda a un espacio llamado Colonia
Federal en la Provincia de Entre Rios, donde se invitó o a la Catedra de Psiquiatría Social de la
Universidad de Buenos Aires, para diseñar propuestas y acciones de integración proponiendo
diversas técnicas tales como el psicodrama y espacios relacionados a las artes y oficios, que
permitían una mayor libertad de expresión y relación entre los pacientes entre si y el personal de la
institución..
Aquella experiencia permitió reflexionar y entender a la salud mental como una experiencia
cultural que intenta lograr un equilibrio en el devenir humano inmerso en la complejidad tecnológica
a una velocidad pocas veces imaginada, donde resulta fundamental una estrategia de acción
comunitaria al que hay que sumar las acciones individuales y la farmacología.
Como iniciamos en el comentario de esta nota, el tiempo sigue transcurriendo y las sociedades
continúan intentando, con poco éxito, abordar estrategias para la promoción de la salud mental que
implican propuestas legislativas desde el Estado que protejan la libertad de oportunidades, con
respeto a las diversidades étnicas y el ejercicio de sus costumbres culturales, entre otras
problemáticas.
Se requieren espacios y estrategias donde la población que lo necesite pueda participar, trátese de
problemas de acoso escolar, depresión, fantasías suicidas, violencia intrafamiliar etc,, sin embargo la
creación de organismos del Estado creados con la finalidad de proteger derechos han sido un
rotundo fracaso, no solo por la ineficiencia de sus directivos, sino también, por la propia herencia
institucional de un poder del Estado huérfano de ideas que trasciendan el deseo único de sostener el
poder., en su acepción limitada de imposición de deseos personales, partidarios o de familias, que
nos recuerdan a las monarquías.
La historia de construccion de Argentina como nación sufre el embate de posturas globalizadoras
que impulsan la adhesión a una moneda única junto a una visión individualista del destino común,
donde los jovenes son desplazados de la ilusión de lograr una vivienda tal como sus padres lo
lograron a su misma edad, es en este universo cultural donde surgen las epidemias politicas de
personajes como Trump y Bolsonaro que proponen un pacto de ilusión con un moderno cinismo que
reivindica que los desheredados son el castigo de Dios.
Tenemos que reconocer que la inteligencia social emerge espontáneamente en grupos pequeños a
partir del dialogo que permiten compartir sentimientos e ideas en un entorno cercano, por lo tanto
tenemos que impulsar acciones que impulsen la coordinación de estos diálogos como practica de
tolerancia y acompañamiento mutuo.
Finalmente necesitamos reconocer el sentimiento de impotencia que tienen quienes gobiernan y
quienes quieren gobernar, a la vez que confiar en el encuentro de una alternativa que contemple la
restitución del concepto de Nacion y Comunidad.
-Esteban Tancoff